Inéditos
Inéditos

¿Cuánto me amas? , la locura de escribirle al amor.

Del amor y otras cosas desquiciadas.


Fisica

¿Cuánto me amas?

El amor de mi vida, queriendo saber la magnitud exacta del amor que siento por ella, me preguntó: ¿cuánto me amas? Pensando que me era posible medir, pesar, calcular, o descifrar de manera objetiva y cuantitativa cuánto la amo; acudí a los métodos físicos y matemáticos de medición y de cálculo; y a las unidades de medidas de masa, luz, volumen, temperatura, distancia, sonido, presión y electricidad; intentando encontrar un estimado que me sirviera de referencia para decirle a ella cuánto la amo; pero ningún método de medición físico ni matemático me sirvió de nada para hallar una respuesta que expresara con precisión todo lo bello que yo siento por ella,  porque: Los números siempre fueron insuficientes para determinar con claridad cuánto la amo; tampoco me sirvieron de nada para decirle, más o menos, cuán valiosa es ella para mí, porque todas las cifras se quedaron pequeñas, en comparación con lo valioso de este trascendental amor que yo siento por ella.

A pesar que la tengo muy cerca de mí, tan cerca que esta clavada en mi mente y en mi corazón, todas las distancias se quedaron cortas para decirle de dónde a adónde la amo, porque ninguna longitud se acerca al inmenso e incalculable amor que yo siento por ella. Ni siquiera los años luz me sirvieron para medir cuán grande es este inmenso amor.

Cuando la tengo cerca de mí, mi temperatura corporal aumenta; pero, extrañamente, las manos se me ponen frías; sin embargo, la magnitud física que se emplea para medir en términos físicos las sensaciones de caliente y frío no me sirvió para encontrar una respuesta que me sirviera de referencia para calcular cuánto la amo, porque los grados centígrados, Celsius, Fahrenheit y Kelvin no pudieron darme un aproximado que se asemeje al enorme amor que yo siento por ella.

Cuando la tengo a mi lado, siento todo el peso de este gigantesco amor en mi alma y en mi corazón. Peso que hace liviana mi vida; pero ninguna balanza en el universo pudo darme un número que expresara en cifras el tonelaje, ni el tamaño exacto del precioso y descomunal amor que yo le profeso.

Cuando la beso, la respiración se me agita; mi corazón palpita desordenadamente; la adrenalina corre por mis venas y altera mi sistema nervioso central, pero ni la química ni la fisiología pudieron darme una respuesta concreta que me permitiera decirle a ella cuánto la amo, porque la esencia y las propiedades de este sublime y extraño amor no se encuentran registradas en la tabla periódica. Y su etiología (causa), es desconocidas por la medicina.

Cuándo la abrazó, escucho un fuerte grito en mi corazón, que le dice: - Te amo - Intenté medir la amplitud de la onda sonora de esa potente voz que retumba en mi alma, esperanzado en poder encontrar una cifra que me permitiera decirle a ella cuánto la amo; pero ningún sonómetro pudo medir, ni soportar los decibelios de aquel maravilloso grito de amor.

A pesar que su presencia alumbra mi vida, y hace que yo irradie felicidad; la fotometría no pudo medir la intensidad luminosa de este extraordinario amor, ni me dio una cifra que pudiera tomar de referencia.

Junto a ella, mi vida está inundada de felicidad y anegada de bienestar; sin embargo, la unidad física que se emplea para medir el volumen de los cuerpos no pudo decirme con precisión cuál es el espacio que ella ocupa en mi vida; tampoco pudo revelarme la propiedad física de este extraordinario amor que yo siento por ella. La unidad física que se emplea para medir el volumen de los cuerpos no me sirvió para medir los metros cúbicos de esta cascada de amor que brota de mi corazón, y me inunda la vida de felicidad.

Cuando le hago el amor, siento un fuerte corrientazo y una descarga de pasión que invade todo mi cuerpo. Esta descarga eléctroamorosa me llena de energía y revitaliza mi vida; sin embargo, ni el más poderoso de los amperímetros que existe en el universo, ni el voltímetro de mayor resistencia en el mundo me sirvieron para darme una cifra que me permitiera calcular cuánto la amo, porque ninguno de ellos pudo resistir el voltaje de este poderoso y electrizante amor.

Cuando me mira sensualmente, mientras muerde sus labios y me coquetea levantando sus cejas, siento que vuelo en el aire y que la gravedad y la presión atmosférica desaparecen, y mi presión arterial se vuelve inestable, acelerando peligrosamente el fluido de color rojo que corre por mis venas y arterias. Ese coqueteo seductor, que pervierte mi mente y despierta mis más íntimos deseos carnales, hace que el amor que siento por ella varié continuamente, en una escala sublime como trascendental, dificultando el cálculo preciso del mismo. Ilusoriamente, creí que haciendo uso de la magnitud física que se emplea para medir la presión encontraría alguna forma de calcular lo que siento por ella, pero otra vez me desilusione; porque ningún barómetro, ni tensiómetro, ni manómetro me sirvió para medir con precisión la potencia, la fuerza y la fluidez de este poderosísimo amor.

Ni la física, ni la química; ni las matemáticas; ni la fisiología pudieron decirme con claridad cuánto la amo. Ningún método de medición me sirvió para encontrar u obtener una información útil; que unida a mis sentimientos, pudiera darme, en números, un aproximado del amor que yo siento por ella. Pero yo necesitaba darle una respuesta que le hiciera sentir a ella toda la fuerza, la potencia, la firmeza y la fidelidad del fenomenal amor que le profesó. Esto me obligaba a buscar otras alternativas, para encontrar la dimensión exacta del trascendental amor que yo le profeso, y para darle una respuesta al amor de mi vida.

Como la amo ciegamente y con cierta dosis de locura. Fui al psiquiatra en busca de una respuesta que me ayudara a descifrar objetivamente cuánto la amo. Después de varias sesiones de rigurosos análisis psicológico, y luego de realizarme varios exámenes de laboratorio; el psiquiatra llegó a una extraña conclusión. Y me dijo: - Lo que usted siente por ella, es un loco amor. Llevado a su expresión más sublime, por causa de la misma locura de amarla-. ¡Pero eso ya lo sabíaaaaa!

El psiquiatra me dejó en las mismas, o quizás peor; porque me dio un diagnostico que evidenciaba que el amor que siento por ella no es un amor efímero, ni superficial; ni común, ni trivial, que se pueda expresar numéricamente, sino un loco y desquiciado amor. Uno de aquellos amores que nos sujetan los frenos de la razón; que dejan al loco enamorado en menos capacidad de reflexionar, y nos obliga a actuar bajo en ímpetu de tan maravilloso sentimiento.

Al descubrir que no había un número que me permitiera expresar en cifras la magnitud del amor que siento por ella, me leí todo el diccionario de la real lengua española, en busca de una palabra que me ayudara graficarlo tal cual como yo lo siento. Finalmente, no pode hacerlo. Encontré palabras muy hermosas, sublimes y trascendentales, pero ninguna de ellas, por si sola, me sirvió para revelarle a mi novia la pureza del amor que yo siento por ella, ni para darme un estimado que me sirviera de referencia para decirle cuánto la amo.

Mis opciones se estaban acabando; ninguna ciencia, ni la literatura pudieron ayudarme a encontrar una respuesta clara, objetiva y cuantitativa. Yo sabía que la amaba, pero no sabía cuánto. Y hasta ahora, no había sido posible encontrar un nùmero que me ayudara a darle una respuesta que pudiera revelarle con presicion cùanto la amo.

Como el amor que siento por ella supera todo entendimiento y está por encima de todas las cosas naturales y sobrenaturales; ordinarias y extraordinarias que soy capaz de entender y comprender pensando razonablemente; acudí a Dios en busca de una respuesta espiritual, que me permitiera decirle al amor de mi vida cuánto la amo. Al no tener ninguna otra opción que me permitiera encontrar la dimensión exacta del loco amor que yo siento por ella, le supliqué a Dios que me ayudara y que me diera una respuesta. De rodillas, en mi habitación, clamé a Dios. Y le dije: ¡Dios mío, dime tú, cuánto la amo! Ni siquiera Dios, que todo los puede y todo lo sabe, se atrevió a darme una respuesta concreta y precisa que no dejara espacios para especulaciones. únicamente me dijo: - No la amas más de lo que yo los amo a todos ustedes, pero sé que la amas mucho-. Luego de escuchar a Dios, descubrí que: Este enloquecido y sublime amor que yo siento por ella es imposible medirlo; pesarlo; calcularlo; descifrarlo; describirlo y graficarlo con palabras, pero me convencí que es posible expresárselo y hacérselo sentir: valorándola, respetándola, cuidándola; ayudándole a ser lo mejor que puede ser, apoyándola incondicionalmente en sus sueños y propósitos, y susurrándole al oído, diciéndole: - Te amo.


Después de fracasar en mi loco e iluso intento por encontrar un número que me revelara la propiedad, la dimensión, la esencia y la magnitud exacta del amor que yo siento por ella; fui donde el amor de mi vida a explicarle todo lo que había hecho para conseguirle una respuesta a su complicada pregunta - ¿Cuánto me amas?-  Entonces le conté todos los cálculos físicos y matemáticos que había hecho intentando conseguir una respuesta que expresara en números el amor que siento por ella, o que me sirviera de referencia para darle un estimado. Después le conté las demás cosas que hice intentando encontrar una respuesta . Con lagrimas en mis ojos; con la respiración agitada, y casi sin poder hablar. Le dije: - Te amo de hecho y en verdad, con amor no fingido. No sé con precisión cuánto te amo; ni hay forma alguna de saberlo; tampoco es posible graficarlo con palabras. sólo sé que te amo con toda mi alma y con todas las fuerzas “inmedibles” de mi corazón, y que eres muy importante para mí. sólo sé que te amo mucho, como me dijo Dios que yo te amaba-. Después de decirle todo lo que hice intentando descubrir cuánto la amo, y luego de escucharme darle esta respuesta a su interrogante sentimental; su alma se quebrantó en mil pedazos, y su corazón sintió la fuerza, la firmeza, el poder, la fluidez, la pureza y la fidelidad del extraordinario amor que le profeso. Entonces ella no pudo contener el maravilloso impulso de llorar por amor. Y se lanzó peligrosamente encima de mí, para darme un beso apasionado. No tuvo necesidad de decirme que ella también me amaba, así como yo la amo a ella, porque las lágrimas que rodaban por su hermoso rostro le gritaron a mi alma, diciéndole: - yo también te amo mucho, loco desgraciado-

Después de hacer todos los cálculos matemáticos y físicos posibles. y luego de acudir a Dios, a la ciencia  y  a  la  literatura en busca de una respuesta que me permitiera decirle al amor de mi vida cuánto la amo; me convencí que la locura es la parte más sensata y equilibrada del amor, porque se necesita ser lo suficientemente loco y desquiciado, como yo y como ella, para dar y desgastar nuestra vida al lado de alguien que está lleno de defectos morales y espirituales; y cargado de limitaciones e imperfecciones; pero a quien amamos por alguna extraña razón que resulta difícil de graficar con palabras. y quien nos ama a nosotros  a pesar que nosotros también padecemos los mismos males. ¡Viva el amor  y la locura que lo acompaña y le da vida; y que motiva al autor a escribir de esta manera tan desquiciada!

¡Te amo, loca!

Autor: HORACIO ALVAREZ RIOS

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