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Inédito

El arte de creer en Dios y en nosotros mismos.

Inédito





Los grandes artistas de la historia no nacieron siendo exitosos, ni famosos; tampoco nacieron siendo millonarios. La mayoría de los artistas nace en cuna pobre, inmersos en el olvido de la intrascendencia, sumergido en la pobreza y la miseria, y siendo víctimas de lo bueno que sus padres nunca hicieron para tener una vida digna.

Ser artista está acompañado de cierta dosis de locura y de una extraña ambición que lo último que anhela es el dinero. Un verdadero artista anhela algo más valioso que el dinero, y algo que el dinero no puede comprar: La gloria. Que siempre es más.

Tener una vida sublime y trascendental a través del arte es lo que motiva a las personas a ser artistas. No es fácil sentarse a escribir un libro, que es un proyecto a largo plazo, mientras nuestra vida esta miserablemente sumergida en la pobreza extrema y en las terribles humillaciones que derivan de ella. Escribir un libro puede o no producir dinero. Por esa razón, existe la posibilidad de trabajar muchos años inútilmente. Económicamente hablando.

No es nada fácil apartarnos de lo que sabemos hacer, para decidirnos a hacer realidad un sueño que parece una locura irrealizable e inalcanzable. Es menos difícil realizar un proyecto para el cual estamos capacitados, que arriesgarnos a hacer realidad un sueño que nos exige hacer cosas que no sabemos hacer. No es fácil dejar de ser lo que somos, para pagar el costosísimo precio que cuesta ser lo sublime y trascendental que queremos ser a través de la realización de nuestros sueños y propósitos artísticos. No es una fácil decisión dejar de ejercer nuestra profesión, para condenarnos a sí mismos a soportar las inclemencias del fracaso y a saborear el amargo sabor de la pobreza, para disponer del tiempo que necesitamos para construir nuestros sueños y propósitos. No es fácil dejarlo todo, para ir en busca de la gloria. De aquella gloria que inmortaliza nuestro nombre en la memoria de la humanidad; tampoco es fácil apartarnos de los juicios justos y de los pensamientos sensatos y objetivos de la razón, para perseguir la realización de nuestros sueños y propósitos; pero el loco soñador lo hace porque esta poseído y dominado por una fuerza sobrenatural más poderosa que cualquier otra en el universo: Fe.

Creer que Dios nos ayudará a hacer realidad nuestros sueños y propósitos; creer en nuestras capacidades, en nuestros sueños y en nosotros mismos hace que nos apartemos de los juicios justos y de los pensamientos sensatos de la razón, para perseguir la locura de nuestra fe. La cual nos obliga a dar más de lo mejor de nosotros; a oponernos a las cosas internas y externas que pueden hacernos creer que es imposible; a resistir; a persistir y a insistir, una y otra vez, hasta conducirnos a la victoria. La cual nunca se da por aciertos de la suerte ni por cosas inexplicables del incierto destino.

La fe nos da las fuerzas que necesitamos para seguir avanzando, cuando la razón no quiere continuar porque no encuentra caminos que nos conduzcan a la gloria. La fe nos alumbra el camino, cuando la razón perdió la visión. La fe nos da valor para seguir luchando, cuando la valentía se acobarda. Cuando el optimismo deja de creer, la fe se aferra al Dios que todo lo puede. Cuando la perseverancia desiste, la fe insiste.

Creer en Dios y en nosotros mismos es un verdadero arte, porque no es fácil creer en algo que no vemos, ni decidirnos a hacer realidad algo que tiene apariencia de ser imposible e irrealizable. “Le fe es el puente que une las capacidades de los hombres con las cosas aparentemente imposibles del universo”.

Un artista sin fe, es como el mar sin su agua salada. Es decir. Un desierto inhóspito y estéril. Para un loco soñador la fe en Dios y en sí mismos es la parte más sensata y equilibrada de su sueño. porque él necesita creer en algo más poderoso que él mismo, para dar y desgastar su vida en algo que, para quienes no tienen fe, tiene apariencia de ser imposible; inalcanzable e irrealizable.

La locura de nuestra fe en Dios y en nosotros mismos es el puente que une a las capacidades de los hombres con las cosas aparentemente imposibles del universo. La fe del loco soñador es la última luz que se apaga, cuando todas las esperanzas de triunfar se visten de luto. Cuando el optimismo deja de creer, la fe sigue creyendo que es posible, más allá de todo razonamiento.

Cuando la persistencia se cansa, la fe da todo lo que tiene, y un poco más, para no rendirse jamás. Cuando la paciencia se desespera, la fe sigue confiando y esperando en Dios. y continua creyendo que nuestros esfuerzos, nuestras capacidades y destrezas nos darán la victoria, en el tiempo perfecto de la vida.

Cuando la constancia se vuelve inconstante, la fe nos motiva a seguir trabajando incansablemente, de día y de noche, en procura de hacer realidad lo que anhelamos conquistar. Cuando la disciplina se desordena, la fe persiste ordenadamente. Cuando el amor deja de querer, la fe sigue amando lo que desea hacer realidad. Cuando la valentía se acobarda, la locura de nuestra fe sigue luchando incansablemente y sin temor al fracaso. Cuando nuestras capacidades se vuelven incapaces, la fe encuentra los medios y los recursos necesarios para ayudarnos a hacer realidad nuestros sueños y propósitos. Cuando la fidelidad se vuelve infiel, la fe se mantiene inquebrantable en lo cree que es capaz de hacer realidad. Cuando la perseverancia desiste, la fe resiste, persiste e insiste, una y otra vez. y todas las veces que sea necesario hacerlo, para no rendirse jamás. Cuando la motivación se desmotiva, la fe nos alienta a seguir trabajando y nos estimula a continuar avanzando; aunque las cosas no salga como nosotros esperamos, ni den el resultado que anhelamos. Cuando la visión se ciega, la fe mantiene claro su horizonte, a pesar de su desquiciada locura. Cuando los sentimientos se extravían, la fe sabe dónde está, y para donde va. Cuando la razón mengua y nuestra inteligencia racional no encuentra caminos para llevarnos a la gloria, la fe se mantiene firme en su locura de creer en el Dios de lo imposible y de soluciones extrañas, hasta que nuestra fe y nuestros esfuerzos nos llevan a la victoria. Amén. .

“Los hombres, al igual que sus cualidades, capacidades, virtudes y destrezas, pueden perder su esencia; pero la fe verdadera nunca deja de creer”.

El loco soñador tiene la visión de escultor, que no ve la piedra, sino la figura que hará en ella. El loco soñador no ve lo que es su sueño el día de hoy, sino lo que será de él en un futuro próximo.

El loco soñador se levanta cada vez que cae; lucha cuando los demás se rindieron. El loco soñador creer en Dios, en sí mismos y en sus sueños, más allá de todo entendimiento, porque sabe que sin fe es imposible.

Todo sueño o propósito que carezca de amor; de pasión y de cierto grado de locura; también esta huérfano de fe y desposeído de toda esperanza; es decir, condenado al fracaso”.

Lo bueno de hacer realidad nuestros sueños y propósitos artísticos, es que estos siempre nos dan más de lo que esperábamos recibir, y nos llevan más lejos de donde queríamos llegar. Pero primero es necesario pagar, con esfuerzos y sacrificios, el precio que cuesta su realización. “Si tienes un sueño haces bien, pero si lo realizas haces mejor”.

“Si con tu fe puedes creerlo; con tus esfuerzos y sacrificios podrás realizarlo; aunque tenga apariencia de locura y simule ser imposible”.

Autor: Horacio Álvarez ríos. (HORA)

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